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El propósito de este capítulo es una reflexión sobre la burocracia y su régimen jurídico en la etapa de nacimiento de los gobiernos constitucionales, en torno al siglo XIX. Históricamente esta incipiente burocracia no es sino una organización de personas al servicio de los poderes públicos, ya sean de índole civil o eclesiástica, muy diferente de las burocracias empresariales actuales, que se rige por el principio del Derecho romano del arrendamiento de servicio. En Francia, Napoleón impuso de forma autoritaria la figura del personal permanente al servicio del Estado. En otros casos, como los países anglosajones, fue necesario vencer las reticencias del pensamiento liberal que se oponía a la existencia de una burocracia pública, permanente y estable, por entender que obligaba a compartir el poder.

Uno de los principios fundamentales de la burocracia es la estabilidad en el empleo, que se enfrenta con el pensamiento liberal que argumenta que no es democrático que un funcionario inamovible pueda ostentar el poder en razón de su cargo. A ello hay que añadir que en esta época, todavía no hay dotación económica pública para los partidos políticos, por lo que se ‘premia’ con destinos públicos a los ganadores de las elecciones. De manera que se nombra o despide a los funcionarios en función de los resultados electorales, por lo que los ideólogos liberales están en contra de la regulación del empleo público. Un claro exponente de esta tendencia es J. S. Stuart Mill, que argumenta que es una intromisión inaceptable del Estado en la sociedad civil.

En clara confrontación con el modelo anglosajón está el prusiano, para el que la burocracia es el mejor modelo de gobierno y administración posible, por lo que alienta, hasta el punto de llevar a cabo las reformas necesarias para lo que se conoce en Europa como “Estado de funcionarios”.

Por último, Estados Unidos es un ejemplo de cómo el liberalismo económico radicaliza la concepción del funcionario inamovible, que ve como una amenaza al sistema, por el temor a una “propiedad antidemocrática”, por lo que los funcionarios se nombran o destituyen en función de los resultados de las elecciones, es decir los ganadores se reparten los empleos públicos, es lo que se conoce como spoil system, el sistema de botín.

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