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4.1. Características de los bienes

Para que un bien pueda ser suministrado eficientemente por una economía de mercado, tiene que tener estas características:

  1. Son excluibles: los oferentes del bien pueden impedir que lo consuman las personas que no lo pagan.
  2. Son rivales en el consumo: la misma unidad de un bien no puede ser consumida por más de una persona al mismo tiempo.

Cuando un bien es excluible y rival en el consumo, se llama bien privado. El trigo es un ejemplo privado. Es excluible: el agricultor puede vender una fanega de trigo a un consumidor sin tener que vender trigo a nadie más. Y es rival en el consumo: si yo como un pan hecho con trigo de un agricultor, nadie más puede consumir ese mismo trigo.

Pero no todos los bienes tienen estas dos características. Algunos bienes son no excluibles, el oferente no puede impedir que consuman el bien personas que no pagan.

No todos los bienes son rivales en el consumo. Los bienes son no rivales en el consumo si más de una persona puede consumir la misma unidad del bien al mismo tiempo.

Puesto que los bienes pueden ser excluibles y no excluibles, y rivales o no rivales en el consumo, existen cuatro tipos de bienes:

  1. Bienes privados, que son excluibles y rivales en el consumo, como el trigo.
  2. Bienes públicos, que son no excluibles y no rivales en el consumo, como el sistema público de alcantarillado.
  3. Recursos comunes, que son no excluibles pero rivales en el consumo, como el agua limpia de un río.
  4. Bienes artificialmente escasos, que son excluibles pero no rivales en el consumo, como las películas de pago en la televisión por cable.

Hay, por supuesto, muchas otras características que distinguen entre tipos de bienes, los de primera necesidad frente a bienes de lujo, bienes normales frente a bienes inferiores.

4.2. Por qué los mercados solo suministran eficientemente los bienes privados

Los mercados son habitualmente la mejor manera que tiene una sociedad de proporcionar bienes y servicios a sus miembros; es decir, los mercados son eficientes excepto en el caso de problemas bien definidos como el poder de mercado, las externalidades y otros ejemplos de fallos del mercado. Hay otro requisito que debe cumplirse, uno que está basado en la misma naturaleza del bien: los mercados no pueden ofrecer bienes y servicios eficientemente a menos que se trate del bienes privados, excluibles y rivales en el consumo.

La idea general es que si un bien es no excluible, los consumidores, que actúan en su propio interés, no querrán pagar por el, se comportarán como polizones de los que sí pagan. Así surge el problema del polizón. Los ejemplos de polizones son abundantes en la vida cotidiana. Un ejemplo que podemos encontrar en el universidad surge cuando los estudiantes tienen que hacer un trabajo en grupo. A menudo hay una tendencia de algún miembro del grupo a trabajar poco o nada, confiado en que los otros participantes harán el trabajo.

El problema del polizón hace que las fuerzas del propio interés no lleven por sí solas a un nivel eficiente de producción de los bienes no excluibles. Incluso aunque los consumidores se beneficiarán de una mayor producción del bien, ningún individuo estaría dispuesto a pagar para que se produzca más, por lo que ningún productor estaría dispuesto a hacerlo. La consecuencia es que en una economía de mercado, se producen cantidades ineficientemente bajas de los bienes no excluibles. De hecho por existir el problema del polizón, la persecución del propio interés no garantiza ni siquiera que se produzca ninguna cantidad del bien, y menos aún, la cantidad eficiente.

Los bienes excluibles pero no rivales en el consumo, como las películas de pago en el televisión, padecen otro tipo diferente de ineficiencia. En la medida en que un bien es excluible, se puede obtener un beneficio suministrándoselo a quienes paguen por el. Por tanto, los productores quieren ofrecer bienes excluibles. Por tanto, el precio eficiente para el consumidor también es cero, o, para decirlo de otra forma, los individuos verían películas de pago hasta el punto en que su beneficio marginal fuera cero.

Por tanto en una economía de mercado, los bienes que no son rivales en el consumo sufren un consumo ineficiente.

Entonces, un bien privado se producirá y consumirá eficientemente en un mercado en el que no haya poder de mercado, externalidades o fallos del mercado de otro tipo. Como los bienes privados son excluibles, los productores pueden cobrar por ellos, por lo que tienen un incentivo para producirlos. Y, como también son rivales en el consumo, es eficiente para los consumidores pagar un precio positivo, un precio igual al coste marginal de producción. Si falta una de estas dos características o ambas, una economía de mercado no alcanzará los niveles eficientes de producción y consumo del bien.

Afortunadamente para el sistema de mercado, la mayoría de los bienes son bienes privados. Los alimentos, ropa y la mayor parte de las cosas deseables en la vida son excluibles y rivales en el consumo, de modo que los mercados no pueden suministrar la mayoría de ellas. Sin embargo, hay bienes muy necesarios que no cumplen estos criterios, y en la mayoría de los casos, esto significa que el gobierno tiene que intervenir.

4.3. Suministros de bienes públicos

Un bien público es justo lo contrario de un bien privado, es un bien que es no excluible y no rival en el consumo. Ejemplos de bienes públicos:

  • Prevención de enfermedades: cuando los médicos actúan para frenar una epidemia en su primera fase, antes de que se extienda, protegen a personas de todo el mundo.
  • Defensa nacional: un ejercito fuerte a todos los ciudadanos.
  • Investigación científica: más conocimiento beneficia a todos.

Puesto que estos bienes no son excluibles, sufren el problema de polizón, por lo que ninguna empresa privada querrá producirlos. Y puesto que son no rivales en el consumo, sería ineficiente cobrar a la gente por consumirlos. En consecuencia la sociedad tiene que buscar métodos ajenos al mercado para suministrar estos bienes.

Los bienes públicos se suministran a través de diversos medios. No siempre interviene el gobierno, en muchos casos se ha encontrado una solución no gubernamental para el problema del polizón.

Algunos bienes públicos son suministrados mediante aportaciones voluntarias y también por individuos o empresas que buscan su propio interés, por que los que lo producen pueden obtener ingresos por vías indirecta. Un ejemplo clásico es la televisión gratuita, ya que introducen costes adicionales a los consumidores.

4.4. ¿Que cantidad de un bien público se debe suministrar?

¿Cuál es el beneficio marginal social de otra unidad de un bien público, una unidad que genera utilidad a todos los consumidores, no solo a uno, por ser no excluible y no rival en el consumo? Esta pregunta nos lleva a un importante principio: "En el caso especial de un bien público, el beneficio marginal social de una cantidad del bien es igual a la suma de los beneficios marginales individuales recibidos por todos los consumidores de esa unidad". O, considerándolo desde un ángulo ligeramente diferente, si un consumidor pudiera ser obligado a pagar por una unidad del bien antes de consumirlo (si el bien se hiciera excluible) entonces el beneficio marginal social de una unidad sería igual a la suma de las disposiciones a pagar por esa unidad de todos los consumidores.

Por tanto, un bien público, no es rival en el consumo. Puesto que todas las personas pueden consumir simultáneamente la misma unidad de un bien público, el beneficio marginal social de una unidad adicional de ese bien es la suma de los beneficios marginales individuales de quienes disfrutan de ese bien público. Y la cantidad eficiente de un bien público es la cantidad con la que el beneficio marginal social es igual al coste marginal suministrado. El problema que surge al suministrar bienes públicos es muy similar al que surge con las externalidades positivas.

Si en la sociedad solo hubiera realmente dos individuos, probablemente llegarían a un acuerdo para suministrar el bien.

En el caso de una externalidad positiva, el beneficio marginal social que reciben todos los consumidores por una unidad adicional del bien, es mayor que el precio que el productor recibe por esa unidad; como consecuencia, el mercado produce demasiado poco de ese bien. En el caso de un bien público, el beneficio marginal individual de un consumidor desempeña el mismo papel que el precio recibido por el productor de un bien con externalidades positivas en ambos casos crea insuficientes incentivos para suministrar una cantidad eficiente del bien.

El problema que surge al suministrar los bienes públicos es muy similar al que surge con las externalidades positivas; en ambos casos hay un fallo del mercado que reclama la intervención del gobierno. Una razón fundamental para la existencia del gobierno es que permite a los ciudadanos ponerse impuestos impuestos a sí mismos para proveerse de bienes públicos; en especial, un bien público vital como la defensa nacional.

4.5. Análisis coste-beneficio

Los gobiernos responsables intentan estimar y comparar tanto los beneficios sociales como los costes sociales de proveer un bien público, un proceso conocido como análisis coste-beneficio.

Los gobiernos cuando deciden la cantidad de bien público que hay que proveer, deben ser conscientes de que no pueden basarse simplemente en lo que dice la gente, si lo hicieran, lo más probable es que suministraran demasiada cantidad.

Por el contrario basarse en la opinión expresada por la gente a través de votaciones, para indicar la cantidad del bien público que quieren, también plantea problemas, y es probable que en este caso la cantidad de bien público suministrada sea demasiado pequeña.

La otra cara de la moneda del exceso de financiación de los proyectos públicos es la falta crónica de financiación. Una ilustración trágica de este problema fue la destrucción de Nueva Orleans causada por el huracán Katrina en 2005.

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