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Con la muerte de Druso los aliados itálicos perdieron las esperanzas de lograr la ciudadanía por medios pacíficos y acordaron comenzar las revueltas armadas, que dieron origen a la guerra social contra Roma. La guerra social fue violenta y distintos episodios ponen en riesgo la misma seguridad de Roma, con parciales victorias de los itálicos. Fundaron una confederación con capital en Corfinium, eligieron un Senado propio y un nuevo gobierno con dos cónsules, conforme al modelo romano. Los itálicos consiguieron invadir diversas ciudades cercanas a Roma y vencieron en una emboscada al Cónsul romano Publio Rutilio Lupo. Cayo Mario intervino logrando salvar a los supervivientes. El cónsul Gneo Pompeyo Estrabon, después de varias derrotas, consiguió la victoria con el sitio de la ciudad de Asculum. Además de llamar a Mario el Senado encargó la lucha a Sila que fue nombrado cónsul en el año 89. En el año 88 la guerra social concluyó con la aceptación por el Senado de las peticiones de los sublevados y la concesión de la ciudadanía a latinos e itálicos. Se organizó Italia en municipia civium romanorum, con organizaciones administrativas análogas a las romanas.

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