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4.1. Preliminar

Entre las pretéritas realidades y la actual Unión Europea, existen notables diferencias.

Existen también, coincidencias y concomitancias.

Una de las más claras diferencias entre una y otra realidades políticas unificadas, lo constituye el distinto proceso de configuración. Roma comienza siendo una insignificante comunidad política y va a transformarse en una inmensa entidad política territorial consecuencia de la conquista militar.

La historia de Roma conforma gran parte de la historia de la Humanidad y constituye uno de los elementos formativos más influyentes y trascendentes en el proceso de conformación del ser político europeo.

La mayor parte de los reinos que se constituyen como realidades nacionales, fruto de la desintegración del Imperio, se conforman como continuadores de la realidad romana precedente.

Roma mantiene su presencia histórica como realidad política a través del Imperio de Oriente con capital en Constantinopla. Este Imperio oriental se considera que representa a la misma Roma, de la que mantiene las estructuras hasta su destrucción por los turcos del Imperio Otomano en 1453.

Roma también es un elemento esencial en el proceso de conformación del ser europeo y por extensión de la civilización en la que vivimos. El mundo queda conformado y determinado tanto en el ámbito de organización político-administrativa, como en la realidad normativa del Derecho público y privado, según los clásicos esquemas romanos.

La grandeza de Roma radica en su prodigioso proceso de fusión y de integración de los pueblos, las culturas y las comunidades conquistadas que supuso un proceso gradual de incorporación de los habitantes del Imperio, como miembros activos de la vida política de la comunidad romana.

La condición de ciudadano romano se adquiere durante siglos por ius sanguinis, no por ius solii. La condición de ciudadano romano se extendió hasta llegar en el año 212 d.C, con la Constitución Antoniniana, del Emperador Antonino Caracalla, a todos los habitantes libres del Imperio.

Allá donde el poder militar conquistaba, la sociedad romana civilizaba. Todo lo que estaba dentro de sus fronteras quedaba impregnado de su cultura.

Roma civiliza todo lo que toca; por contra lo ajeno y lo extraño a la civilización romana, es considerado durante siglos lo inculto, tosco y primitivo.

4.2. Referencia al Sacro Imperio Romano

Su origen se encuentra en el Imperio carolingio de fines del siglo VIII y comienzos del siglo IX de nuestra era. La coronación del Rey de los francos, Carlos I el Grande da lugar al nacimiento de una realidad política y en parte jurídica unificada que comprende una gran parte del territorio europeo.

El Imperio carolingio dominaba la Galia, la Germania, el macizo alpino y la Italia del norte.

El orden político del Medievo quedaba así sustentado en virtud de la potestad real del Emperador, regalis potestas y de la autoridad moral del Papa, sacrata auctoritas.

En occidente se mantiene la diferenciación entre el poder del Emperador y la autoridad del Papa, Sumo Pontífice de la Iglesia de Roma.

En esta parte del Imperio se consolida la teoría de las dos potestades, por lo que el Papado puede mantener su poder independiente configurando una potestad en parte espiritual y en parte temporal, al margen del sometimiento a otro poder temporal, así el Papa fue considerado como Princeps ecclesiae.

El renacimiento imperial en la persona de Carlomagno vuelve, pues, a la vieja idea de dos poderes coadyuvantes y complementarios. Su unión procede de la defensa de un interés común que consiste en el bienestar material y espiritual de sus súbditos.

Por el contrario en la concepción política de la parte oriental, la Iglesia y el Imperio forman una simbiosis, en la que no se podía diseccionar fácilmente uno de otro. El imperium del Dominus impone su poder normativo tanto vinculando pues a la Iglesia a su mandato. Por ello, el Patriarca de Constantinopla se ve sometido al Emperador, por lo que se acaba convirtiendo en una especie de representante imperial para los asuntos religiosos.

Así, desde el siglo VI, con Justiniano se declara, bajo un único poder, ya que su gobierno ponía el mismo empeño en los asuntos temporales que en la defensa de los dogmas divinos. A la muerte de Carlomagno se pierde. En Germania los carolingios son sustituidos por la casa de Sajonia. En el siglo X será el Rey germano Otón I, quien se proclame continuador del Imperio Romano a través de la fórmula de la translatio imperii. Este hecho histórico, dará lugar al Sacro Imperio Romano Germánico que se mantiene vigente hasta el siglo XVIII.

El Emperador del Sacro Imperio pretenderá la aplicación del Derecho Justinianeo. En el año 1519, la Corona Imperial es asumida por nuestro César Carlos quien acumula un patrimonio político que le convierte en el Señor más poderoso de su tiempo. Carlos I de España y V de Alemania soporta sobre sus espaldas el peso de un gran Imperio, pero ello no le impide ser fiel a la herencia imperial y ciñe también sobre sus sienes la corona del Sacro Imperio. Su tarea consiste en inyectar al Imperio el contenido positivo del que carecía. Su nueva fórmula “República Cristiana” mantenía un ideal común y un objetivo compartido: lograr la universalidad de la cultura europea. Lo que equivalía a adoptar el cristianismo entendido como realidad política.

En síntesis, el Sacro Imperio pretende la conjunción de diversos pueblos y naciones europeos, con una causa o proyecto espiritual y cultural común.

4.3. Somera reseña al origen de la Unión Europea

La Unión Europea comienza prosaicamente como una simple yuxtaposición de intereses económicos que va derivando hacia una realidad más consistente que va creando nuevos vínculos que intentan rescatar la identidad europea desde la diversidad estatal existente.

En su origen, la idea ha sido la del funcionalismo o de la integración sectorial. Su inspirador es el francés Monnet.

Esta conjunción de intereses comunes se inicia con el carbón y el acero. Estos elementos se sustraen al control nacional. Después vendrá el Mercado Común, con sus libertades comunitarias en materia de comercio, la supresión de las barreras intercomunitarias y la creación de medidas de protección frente al producto extracomunitario.

Superada esta fase comienza un proceso de unificación política que provoca una progresiva cesión de parcelas de soberanía por parte de los Estados miembros. Esta nueva organización supranacional, tiende a convertirse en una única realidad política común a todos los miembros que la han alumbrado.

Hoy, la unificación de la Unión Europea trata de alcanzar no sólo una realidad económica común y una auténtica realidad política unificada convertir a nuestro continente en un espacio común que presente una entidad homogénea y unitaria. Así, Europa no puede renunciar a estar presente en la toma de decisiones sobre política internacional junto a los grandes. Europa debe también proyectar sobre el mundo extracomunitario ese pasado cultural y espiritual que durante tantos siglos fue referente intelectual en todo el mundo.

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