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A pesar de que las empresas no pueden establecer un acuerdo de obligado cumplimiento para reducir la producción y subir los precios, tenderán a actuar “como si” existiera ese acuerdo. Cuando las empresas reducen la producción y suben los precios de forma que aumentan los beneficios de todas ellas aunque no hayan hecho ningún acuerdo formal, están practicando colusión tácita.

Aunque la colusión tácita es frecuente, raramente permite a la industria establecer precios a niveles tan altos como los del monopolio; en general, la colusión dista de ser perfecta.

A)Menor concentración

En una industria menos concentrada, la empresa típica tendrá una cuota de mercado menor que en una industria más concentrada. Esto inclina a las empresas hacia un comportamiento no cooperativo, porque cuando una empresa más pequeña hace trampas y aumenta su producción, se queda para ella todo el beneficio derivado de ese aumento de producción.

B)Productos complejos y políticas de precios

Los oligopolistas suelen vender miles de productos diferentes. En estas circunstancias, es difícil seguir las pistas de lo que producen otras empresas y de los precios que fijan. Esto hace que no sea fácil determinar si una empresa está incumpliendo el acuerdo tácito.

C)Diferencias de intereses

En la vida real, las empresas muchas veces tienen diferentes percepciones acerca de lo que es justo y de cuáles son sus verdaderos intereses.

D)Poder de negociación de los compradores

Frecuentemente los oligopolistas no venden a consumidores individuales, sino a grandes compradores, otras empresas industriales, cadenas de tiendas a nivel nacional, y así sucesivamente. Estos grandes compradores, tienen una posición que les permite negociar con los oligopolistas una rebaja de precios: pueden pedirle un descuento a un oligopolista y amenazarle con pasarse a un competidor si no lo consiguen. Una razón importante de por qué las grandes cadenas de distribución, pueden ofrecer a sus clientes precios más bajos que el pequeño comercio es precisamente por su capacidad de utilizar su tamaño para conseguir de sus proveedores precios más bajos.

Puesto que la colusión tácita es muchas veces muy difícil de conseguir, la mayor parte de los oligopolios cobran precios que están muy por debajo de los que cobraría la misma industria si estuviera controlada por un monopolista, o de los que ellos mismos cobrarían si fueran capaces de hacer una colusión explícita. Muchas veces la colusión se rompe y se emprende una guerra de precios. Una guerra de precios, significa un colapso de los precios hasta un nivel no cooperativo. A veces llegan incluso a estar por debajo de ese nivel, y los vendedores tratan de echarse unos a otros del negocio o, por lo menos, de castigar lo que consideran un incumplimiento de un acuerdo.

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