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2.1. El nuevo espíritu y sus instrumentos: las Sociedades Económicas de Amigos del País

Los fisiócratas, que reaccionaron contra los postulados mercantilistas, repudiaban el régimen proteccionista y de intervención característico del mercantilismo, defendiendo en cambio el libre juego de las fuerzas económicas y la sola protección de la agricultura como fuente natural de riqueza. Coincidió con la difusión del Despotismo ilustrado, cuyas medidas de gobierno propugnaron el fomento, esto es, el desarrollo de la administración, de la economía y la libertad de comercio.

La Sociedad Vascongada de los Amigos del País surgió de unas tertulias nocturnas que transformaron la charla pueblerina en una verdadera junta académica, donde se ilustraba a los asistentes con novedades científicas, centrándose básicamente en cuatro campos: agricultura, industria, comercio e historia y buenas letras.

En 1775 aparecerá también la real Sociedad Económica de los Amigos del País de Madrid, entre otras. Fueron características comunes en todas ellas el fomento de la laboriosidad, la lucha contra la mendicidad y el vagabundeo, la creación de riqueza, el incremento de puestos de trabajo y la mejora de la agricultura. Muchas sociedades se aplicaron a roturar tierras, crear regadíos y otras a la enseñanza profesional.

2.2. Las fuentes de riqueza

A) Economía agropecuaria: legislación y Reforma Agraria

Durante el siglo XVIII no aumentó el rendimiento del suelo. El campo mal atendido y las cosechas poco productivas repercutieron en el panorama económico general. Desde el trienio de 1763-1765 se experimentó una fase expansiva, producto quizás de la coyuntura alcista internacional.

El aumento de la población en el País Vasco y Santander llevó a la explotación de nuevas tierras y lo mismo sucedió en Galicia. En Cataluña fue llamativo el desfase entre la subida de precios agrícolas y la de las rentas señoriales, entrando en explotación algunas tierras fértiles del sector occidental.

En conjunto, la economía agrícola de XVIII estuvo basada en el trigo, la cebada y el centeno; en el vino y aceite de Andalucía, Aragón y Cataluña; y en los frutales y en la seda de Levante. Una importante ley en 1765, abolió el sistema de tasas y decretó la libre compraventa de granos.

El alza de los productos agrícolas y de la ganadería estante, restringió el poder de los mesteños. La quiebra del proteccionismo suprimió el impuesto de montazgo, recaudado y pagado por la Mesta.

La elevación de los salarios del campo fue muy inferior a la de los precios. La miseria de los cultivadores y campesinos dio lugar a disturbios que desencadenaron un clima de inquietud social.

Un informe sobre el "expediente de la Ley Agraria" en 1777 propugnaba la potenciación de la propiedad privada y el acceso de los particulares a la gran masa de tierras de baldíos y comunales, que eran causa, junto a los privilegios de los poderosos, de aquel estancamiento económico.

B) Industria y comercio

La Revolución Industrial del siglo XVIII liderada por Inglaterra, encontró en España obstáculos importantes entre los que destacaron especialmente cuatro: el escaso impulso de las ciencias aplicadas, la reducida dimensión del mercado nacional de maquinaria por la resistencia a la industrialización de determinados sectores, la toma tardía de conciencia de las necesidades de mecanización, y finalmente, la precariedad de una industria metalúrgica carente de adecuado proteccionismo.

El escaso éxito de las manufacturas contrastó con la buena marcha de la producción textil catalana de carácter privado. De otra parte, las explotaciones mineras no fueron reactivadas.

La reactivación del comercio interior tuvo dos causas fundamentales: la supresión de las aduanas internas y la mejora y reformas de la red viaria. Aquel mismo espíritu unificador y centralista se aplicó al fomento de la res de comunicaciones, articulada, conforme a un sistema radial con centro en Madrid.

El comercio exterior mantuvo la tradicional proyección hacia el norte de Europa, el Mediterráneo, y hacia el Atlántico de cara a las Indias.

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