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Ningún análisis de la política fiscal se considera completo si no tiene en cuenta las implicaciones a largo plazo de los superávits y de los déficits presupuestarios, especialmente las implicaciones para la deuda pública.

4.1. Déficits, superávits y deuda

Cuando una familia gasta a lo largo de un año más de lo que gana, tiene que obtener fondos adicionales o bien vendiendo activos, o bien obteniendo préstamos. Y si una familia pide préstamos tras préstamos, acabará teniendo una deuda enorme.

En los gobiernos también ocurre lo mismo, con algunas excepciones. Cuando un gobierno gasta más de lo que recauda con los impuestos, los fondos extraordinarios proceden casi siempre de préstamos. Y los gobiernos que tienen déficits crónicos, acaban acumulando deudas considerables.

Los presupuestos se calculan para años fiscales, que van desde el 1 de octubre al 30 de septiembre del año siguiente, y se nombran por el año natural en el que acaban.

Deuda pública : la deuda del gobierno en manos de los particulares y de las instituciones no gubernamentales. Un gobierno que tiene continuos déficits público tendrá un nivel de deuda pública creciente.

4.2. Los problemas que plantea una deuda pública creciente

Hay dos razones para preocuparse cuando un país tiene déficits presupuestarios crónicos. Cuando la economía está en pleno empleo y el gobierno pide préstamos en los mercados financieros, compite con las empresas privadas que plantean pedir préstamos para financiar su inversión. La consecuencia es que el gobierno puede expulsar a la inversión privada, al aumentar los tipos de interés, y el crecimiento económico a largo plazo se reduce.

Hay una segunda razón: los déficits del presente, al aumentar la deuda pública, ejercen una presión sobre los presupuestos futuros. Cuando el gobierno está muy endeudado, estos pagos por intereses pueden ser considerables.

Si todo lo demás no varía, un gobierno que paga grandes sumas de dinero en concepto de intereses, tiene que recaudar más ingresos impositivos, o que gastar menos de lo que se permitiría en caso contrario, o endeudarse aún más para cubrir la diferencia. Y un gobierno que pide prestado para pagar los intereses de su deuda pendiente, agrava aún más su endeudamiento. Esto puede llevar a la larga a que los prestamistas se cuestionen su capacidad de pago.

El impago de la deuda hace estragos en los mercados financieros de un país y debilita la confianza, tanto en el gobierno como en la economía.

Uno se pregunta porque un gobierno que tiene problemas para conseguir dinero no puede simplemente emitir moneda para pagar sus deudas. Si, puede hacerlo si tiene moneda propia, cosa que no tienen las naciones europeas. Imprimir dinero para pagar las deudas del gobierno puede provocar un nuevo problema: inflación. Los problemas presupuestarios son la principal causa de inflación.

Los gobiernos deberían intentar compensar los déficits de los años maños con superávits de los años buenos. En otras palabras, los gobiernos deberían mantener un presupuesto que estuviera equilibrado a lo largo del tiempo.

4.3. Los déficits y la deuda en la práctica

Para evaluar la capacidad de los gobiernos para pagar sus deudas, utilizamos el ratio deuda/PIB, la deuda pública como porcentaje del Producto Interior Bruto. Se usa esta medida, en lugar de mirar simplemente el volumen de la deuda, porque el Producto Interior Bruto, que mide el tamaño de la economía en conjunto, es un buen indicador de los impuestos potenciales que el gobierno puede recaudar. Si la deuda pública, crece más despacio que el Producto Interior Bruto, el peso del pago de la deuda en realidad está disminuyendo respecto a la recaudación impositiva potencial.

Un país con un Producto Interior Bruto creciente puede tener un ratio deuda/PIB estable o incluso decreciente aunque tenga déficits presupuestario, si el Producto Interior Bruto crece más deprisa que la deuda.

4.4. Pasivos implícitos

Además de la deuda pública oficial, los gobiernos modernos tienen pasivos implícitos. El gobierno de los Estados Unidos de América tiene grandes pasivos implícitos en forma de seguridad social y a la asistencia sanitaria, cuyos costes están creciendo por el envejecimiento de la población y por el aumento de los costes sanitarios. Los pasivos implícitos son promesas de gasto hechas por los gobiernos, que son realmente una deuda a pesar de que no están incluidas en las estadísticas convencionales de deuda.

Los dos mayores pasivos implícitos del gobierno de Estados Unidos de América surgen de dos programas de tranferencias cuyos principales beneficiarios son los ancianos: la seguridad social y Medicare. El tercer pasivo implícito en volumen, Medicaid, beneficia a las familias de rentas bajas. Estos programas representan una deuda futura que se tendrá que pagar.

En el caso de la Seguridad Social, la respuesta es demográfica. El sistema de Seguridad Social es un sistema de reparto, los impuestos sobre las nóminas de los trabajadores de cada año van a parar a los jubilados de ese año. La Seguridad Social tiene un impacto decisivo sobre las finanzas del sistema,

El envejecimiento de la población y el gasto de Medicaid y Medicare, planean un problema fiscal cuya dimensión a largo plazo es solo moderado.

Hasta cierto punto, los pasivos implícitos del gobierno de los Estados Unidos de América ya están reflejando en las estadísticas de la deuda pública.

El dinero del fondo de garantía se invierte en bonos del Estado, que están incluidos en el total de los 16.1 billones de dólares de la deuda total.

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