Hasta la segunda mitad del siglo XX el llamado espacio ultraterrestre no sería objeto de reglamentación jurídica. Sólo a partir del momento en que fue posible poner en orbita el primer sputnik (lanzado por la URSS en 1957) es cuando se comenzaría a constatar la necesidad de reglamentar el ejercicio de las actividades de exploración, utilización y aprovechamiento de dicho espacio.
Desde el lanzamiento del primer satélite artificial, los extraordinarios avances que ha experimentado la ciencia y la tecnología espaciales han permitido, entre otras muchas cosas, el desarrollo de vuelos espaciales tripulados, la presencia de hombres y vehículos en la Luna y la colocación de estaciones espaciales. Todo esto ha posibilitado no sólo la realización de transcendentales actividades de exploración y utilización del espacio ultraterrestre, sino también el haber alcanzado importantes aplicaciones prácticas con consecuencias muy directas para individuos y Estados, en campos tan relevantes como las telecomunicaciones, la radiodifusión, la meteorología, la teleobservación, la navegación y la geodesia.