En general, la gente cree que los superávits son buenos: cuando el gobierno federal de EEEE, cerró el año 2000 con un superávit nunca visto, muchos pensaron que era motivo de celebración. Por el contrario, en general se piensa que los déficits son malos: cuando la Oficina Presupuestaria del Congreso registró déficits récord en 2009 y en 2010, mucha gente pensó que era preocupante.
3.1.El saldo presupuestario como medida de la política fiscal
¿Que queremos decir cuando hablamos de déficits y superávits? El saldo presupuestario es la diferencia que existe, en un año dado, entre los ingresos públicos, en forma de recaudación impositiva, y el gasto público, tanto en compras de bienes y servicios como transferencias. Es decir, el saldo presupuestario, ahorro público, se define por la ecuación:
donde T es la recaudación tributaria, G son las compras del gobierno en bienes y servicios, y TR es el valor de las transferencias.
Las políticas fiscales contractivas, menos compras de bienes y servicios, menores transferencias, o impuestos más altos, aumentan el saldo presupuestario de ese año, aumentando el superávit o reduciendo el déficit.
Se podría pensar que esto significa que las variaciones del saldo presupuestario se pueden utilizar para medir la política fiscal. De hecho, los economistas suelen hacerlo; utilizan las variaciones del saldo presupuestario como una forma rápida e informal de comprobar si la política fiscal que se está llevando a cabo es expansiva o contractiva. Pero siempre hay que tener en cuenta dos razones por las que este enfoque rápido e informal puede llevar a conclusiones equivocadas:
- Dos cambios diferentes de la política fiscal que tengan efectos de la misma magnitud sobre el saldo presupuestario pueden tener efectos muy distintos sobre la economía.
- A menudo las variaciones del saldo presupuestario son ellas mismas la consecuencia, y no la causa, de las fluctuaciones de la economía.
3.2.El ciclo económico y el saldo presupuestario ajustado por el ciclo
El presupuesto tiende a registrar un déficit cuando la economía experimenta una recesión, pero los déficits tienden a disminuir, o incluso a convertirse en superávits, cuando la economía de expande.
La relación entre el ciclo económico y el saldo presupuestario es aún más evidente si comparamos el saldo presupuestario como porcentaje del PIB con la tasa de desempleo.
El presupuesto tiende a tener superávit durante las expansiones y déficit durante las recesiones, aunque no haya ninguna acción deliberada por parte de los gestores de la política económica.
Los efectos del ciclo económico sobre el saldo presupuestario son temporales: tanto las brechas recesivas (en las que el PIB real es menor que el output potencial) como las brechas inflacionistas (en las que el Pib real es mayor que el output potencial) tienden a desaparecer a largo plazo
Para separar el efecto del ciclo económico de los efectos de los restantes factores, muchos gobiernos estiman cuál sería el saldo presupuestario si no hubiera ni una brecha recesiva ni una brecha inflacionista. El saldo presupuestario ajustado por el ciclo es una estimación de cuál sería el saldo presupuestario si el PIB real fuera exactamente igual que el output potencial.
3.3.¿Debería estar equilibrado el presupuesto?
Los déficits presupuestarios crónicos pueden causar problemas tanto al gobierno como a la economía. Sin embargo los políticos siempre tienen la tentación de generar déficit, porque estos les permite satisfacer a los votantes bajando los impuestos sin reducir el gasto público o aumentando el gasto sin subir los impuestos.
La mayoría de los economistas no lo creen así. Opinan que el gobierno sólo debería equilibrar su presupuesto en promedio, es decir, que se debería permitir tener déficits en los años malos, compensados por superávits en los buenos. No creen que se deba obligar al gobierno a equilibrar el presupuesto cada año, porque esto torpedearía la función de los impuestos y de las transferencias como estabilizadores automáticos.