El federalismo se extiende por todo el mundo y se proyecta con convicción en el ámbito supranacional.
El federalismo ha arraigado mejor en aquellos países en que se asentó sobre una Administración local descentralizada. En Estados Unidos de América, se inicia el proceso a partir de unas colonias que se habían independizado de la metrópoli común, pero independientes entre sí, la cultura inglesa había facilitado la autonomía local, donde el federalismo encontró un aliado para hacer frente a as injerencias del poder central.
En cambio, la preexistencia en Europa continental de Estados nacionales unitarios dificultó la aceptación de la idea federal.
El federalismo connota en sus orígenes la idea de autogobierno popular directo en repúblicas pequeñas. Los constituyentes de Cádiz se instalaron plenamente en esta opción. En Estados Unidos de América esas formas de autogobierno popular directo, al menos en el nivel local, se han dado durante dos siglos junto al federalismo. Lo mismo en Suiza. Por el contrario, los países deudores del Derecho público francés optaron por un sistema exclusivamente representativo, con excepciones.
Durante el siglo XIX, los movimientos anarquistas tomaron el relevo de la doctrina federal abogando por la federalización del Estado como forma de progresiva disolución del poder estatal entre unidades territoriales pequeñas. Hay más federalismo durante el siglo, pero el anarcofederalismo anarboló la bandera federal y la unión a su concepción política de la acción directa.
En cuanto al federalismo alemán, ni fue completamente libre, ni el de República de Weimar fue cabal; y el actual surgió, entre otras razones, por la muy poderosa razón de que era la forma política propicia por los aliados, para evitar un poder unitario fuerte.