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Gneo Pompeyo de rango equestre, adquiere gran prestigio político gracias a sus victorias militares, entre los años 82 y 79 a.C. contra los partidarios de Mario en Sicilia, en África y en Hispania. También por su triunfo frente a Sertorio que le otorga el título de Magnus, por lo que desde entonces fue llamado Pompeyo Magno. Lucha contra Sila y restituye el poder a los Tribunos mediante una lex Pompeia Licinia de tribunicia potestate.

Aunque se opuso el Senado, una lex Gabinia de bello piratico le concedió un imperio de tres años para luchar contra los piratas. Logra una victoria inmediata y una Lex Manilia le concede poderes ilimitados para luchar contra Mitridates y las invasiones de las provincias de Asia, Bitinia y Cilicia. Además de vencer en estas batallas también consiguió la victoria en Siria que convierte en provincia romana.

Vencido Sergio Catilina, por la intervención de Marco Tulio Cicerón, y derogada la reforma silaniana, el Senado desconfía de Pompeyo. No obstante, al regreso de Asia, con su ejército desembarca en Brindisi y allí licencia a sus tropas y se presenta en Roma para solicitar un triunfo de orbe terrarum que se le concede en el año 61 a.C. Sin embargo, los senadores discutieron sobre las medidas realizadas por Pompeyo en Asia y rechazaron su petición de que una parte del botín capturado fuera repartido entre los veteranos de sus tropas.

Contaba con la alianza de Craso pero debía atraerse también el apoyo de los populares para lo que era necesario contar con Julio Cesar que se había mantenido fuera. Cuando empezó a decaer el poder de Sila, Cesar viajo a Rodas para asistir a la Escuela de Apolonio Molón de quien también Cicerón era discípulo.

Su primer encargo público fue como Pontífice Máximo al que renunció atraído por la carrera militar y política. El apoyo de Cesar sirvió a Pompeyo para que fueran aprobadas sus medidas en la guerra asiática y se le concedieran el proconsulado de África e Hispania. Después de un encargo militar en Hispania, César regresó a Roma y fue elegido cónsul en el año 59 a.C. César obtuvo el encargo de la conquista de las Galias en cinco años y Craso ventajas financieras para los concesionarios de los impuestos asiáticos. El triunvirato fue muy eficaz gracias a la mediación de Julia, hija de César y esposa de Pompeyo. A César le fue prorrogada la guerra de las Galias, Pompeyo controlaría el gobierno en Roma y Craso fue enviado a la guerra contra los partos en Asia.

A pesar de la aparente concordia ordinum del triunvirato pronto se enfrentaron César y Pompeyo, tras la muerte de Julia. Craso murió tras una derrota en Siria y César tuvo que afrontar adversas circunstancias en Roma. Los populares se dividieron en dos facciones: la del Clodio, al que César concedió el tribunado sin la constitucional transitio ad plebem y otra la de Milone enemigo de César. Las revueltas y luchas entre los dos partidarios se multiplicaron en las calles de Roma. El Senado para aplacarlos nombra como cónsul único a Pompeyo. Con ello se violaban las normas constitucionales de la dualidad del consulado y la designación como cónsul de un procónsul.

Se abrió un proceso criminal contra César por las malversaciones y actos arbitrarios realizados en las Galias. En el año 50 se le destituyó del proconsulado gálico y fue llamado a Roma como un privado ciudadano. El senado le amenazó con ser declarado enemigo público, y César decide atravesar el Rubicón con sus tropas como antes hicieran Mario y Sila y entró en la ciudad sin resistencia. Pompeyo y los senadores huyeron a Brindisi. Después de derrotar el poderoso ejército pompeyano en Hispania, navegó hasta Epiro donde se había refugiado Pompeyo. Derrota a sus legiones y a Farsalo en Tassaglia. Pompeyo se refugió en Egipto con el Rey Tolomeo Dionisio que creyendo hacer cosa agradable a César lo mandó decapitar. César dividió el reino de Egipto entre Tolomeo y Cleopatra.

Derrotado Pompeyo, destaca la gran personalidad político-militar de Julio César como nuevo dueño de Roma. Sigue en lo militar el modelo de Alejandro Magno y funda su poder político en el apoyo del pueblo y del ejército. Aunque la Constitución republicana limitaba el tiempo de la dictadura a seis meses, César siguió las medidas ya adoptadas antes por Sila y Pompeyo y fue nombrado tres veces dictador, la última como dictador perpetuo el año de su muerte. Conculca también la legalidad republicana cuando es nombrado cónsul sin colega, con lo que se vulneraba el principio de la colegialidad y la posibilidad de interponerse el veto entre los dos cónsules. Además ejerce magistraturas sin licenciar antes las legiones, lo cual estaba prohibido si bien lo habían ya hecho Sila y Mario.

Dos consecuencias fueron las reformas realizadas en el Senado. Para limitar el poder de este, que le había demostrado su oposición, aumentó el número de senadores a 900, incluyendo a pertenecientes a la clase de los equites y de los populares que le eran fieles y asumió alguna de sus competencias más importantes, tal como declarar la guerra y establecer la paz. En los comicios y asambleas, se arrogó la potestad de proponer a los candidatos a magistraturas; restableció el derecho de veto de los tribunos a las decisiones de los magistrados y sometió numerosos plebiscitos a las decisiones de los Concilia plebis.

Después de sus victorias militares, concede la ciudadanía romana a la Galia Cisalpina, a Sicilia y a numerosas provincias en una notable labor de romanización. Durante varios años fue elegido Pontífice Máximo, Cónsul, Censor y Dictador vitalicio asumiendo también, en una nueva medida anticonstitucional, la Tribunicia potestas.

César, convencido de la necesidad de realizar una commutatio o reforma política, adopta una serie de medidas para reorganizar el deteriorado sistema constitucional que pueden considerarse como precedentes de las propuestas por Augusto. Atribuye la suprema dirección política al Dictator, que concentra en sus manos la gestio rei publicae, unificando las estructuras políticas con la organización administrativa de Italia (lex Iulia municipalis). El supremo poder de mando sobre las magistraturas, las asambleas y el senado, se refuerza con la concesión del título de Imperator perpetuus.

Sus poderes dictatoriales y su gran labor de estratega y gobernante terminaron en los famosos idus de marzo del año 44 a.C. en que fue asesinado. Sin embargo, no se consiguió el retorno a la oligarquía senatorial y comienza un nuevo triunvirato formado por Marco Antonio, Octavio y Lépido. Se inicia un nuevo período de venganzas, persecuciones y confiscaciones, en el que es asesinado Cicerón. Enfrentados Marco Antonio y Octavio, triunfó éste último en la batalla de Actium en el año 31 a.C. Comenzará así un nuevo régimen que se consolidará progresivamente en la organización política del Principado.

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