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La voz justicia según el Diccionario de la Real Academia Española es: "Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece". En la doctrina cristiana, la Justicia se identifica con el cumplimiento de la Voluntad Divina. Todo procede del Bien. El Bíen es anterior al ser. Los seres tienen una tendencia natural por la que buscan el Bien aún sin saberlo.

En el pensamiento griego la justicia es una virtud. La persona que dirige sus acciones de acuerdo con lo preceptuado en las virtudes, tiende hacia el bien.

La prudencia, la fortaleza y la templanza son las demás virtudes cardinales. Tiene por objeto ordenar las conductas de los hombres para alcanzar una vida conforme a la moral.

Tienen una denominación idéntica a los denominados puntos cardinales en un sentido análogo. Los puntos cardinales sirven para situarse y orientar su camino en el orden físico y geográfico. Las virtudes cardinales tienen también un significado de utilidad para situar al individuo, ordenar su conducta y dirigir sus pasos en el camino de la vida, de forma que pueda, andar rectamente ese sendero y así llegar felizmente a su destino.

Las cuatro virtudes cardinales son informantes del quehacer humano, respondiendo a distintos valores que tratan de inspirar el comportamiento cotidiano en el plano individual y social. La templanza es la virtud que procura el equilibrio en el disfrute de los bienes materiales. La fortaleza proporciona al hombre la firmeza y la constancia. La justicia es la firme voluntad de dar a cada uno lo suyo; y la prudencia es la virtud que dispone a la razón práctica a discernir qué se debe hacer y qué se debe evitar.

El desorden en las virtudes puede ser por exceso o por defecto. En ambos casos, cada vez que en el campo de cualquiera de estas tres virtudes el hombre no actúa prudentemente, provoca que su actuación no alcance la finalidad deseable, por lo que su comportamiento no será virtuoso.

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