La evolución económica en el reino visigodo estuvo ligada a las crisis sociales y a las tensiones políticas de los siglos VI y VII.
Las cuatro décadas de influencia ostrogoda constituyen un periodo de saneamiento económico interrumpido desde el año 540 hasta el acceso al trono de Leovigildo (568 o 569) por la invasión de los francos, una gran epidemia de peste y la anarquía política. Los reinados de Leovigildo y Recaredo fueron testigo de una recuperación económica favorecida por la paz con que gobernó Recaredo. Después de los reinados de Recesvinto y Wamba, con Ervigio la economía declina hasta la descomposición del reino de Toledo a finales del siglo VII.
2.1. Factores agropecuarios
Conviven dos modelos de unidad de explotación clásica, la gran propiedad o latifundio, y la pequeña propiedad, esta última muy propiciada en un principio por el reparto de tierras aplicado por el ius hospitalitatis. Esas pequeñas propiedades fueron explotadas directamente por sus dueños.
La riqueza agraria se centra en el cultivo de los cereales, la vid y el olivo; se destaca en la meseta castellana el cultivo de trigo y la cebada; los viñedos abundaron en la zona castellano-manchega y junto con el aceite en la Bética dieron pie a gran profusión de legislación sobre su forma de cultivo, venta, préstamo, etc.
La ganadería, dada la gran cantidad de legislación que existe, debió ser un pilar básico de la economía rural, dedicándose la misma en especial al ganado caballar y a los rebaños de ganado bovino y ovino.
El rasgo fundamental en la evolución de la propiedad agrícola fue su progresiva concentración en pocas manos. La villa o villula es el centro de la explotación de aquellas tierras que el propietario cultiva directamente.
2.2. Comercio y economía monetaria
La formación de las unidades políticas de los pueblos bárbaros no supusieron una ruptura brusca en las actividades propias de la industria y el comercio.
Destacó la industria metalúrgica y más concretamente la orfebrería. Las minas de oro gallegas también destacaron.
Se sabe que existió un comercio de relativa importancia tanto interior como exterior.
El exterior se realizó con Africa, Europa y el Oriente mediterráneo en base a minerales preciosos, telas, etc. En la Península negociaron los orientales, cuya importancia fue tal que el Liber Iudiciorum le dedica un título completo. La regulación con los comerciantes extranjeros hizo nacer un funcionario: telonarii, que tendría la misión de dirimir los pleitos que se suscitaron entre los mercaderes extranjeros dentro del Estado visigodo conforme a los principios y usos del derecho mar´timo mediterráneo vigente entonces.
El comercio se desarrolla tanto mediante grandes empresas mercantiles como con pequeños comerciantes y mercaderes o artesanos. De forma muy abundante los comerciantes eran judíos y en diversos reinados vieron perseguida esta actividad por posturas y leyes antisemitas como las del rey Wamba. El comercio se hacía mediante la celebración de grandes ferias y mercados, que tenían carácter político.
El comercio interior se desarrolla aprovechando la gran infraestructura de vías y comunicaciones heredadas de los romanos y profusamente regulado por Leovigildo. En algunas ciudades importantes se realizaba el mercado para negociar allí el tráfico de mercancías.
La economía visigoda fue preferentemente monetaria y se basó en los modelos romanos, tanto en las monedas como en el concepto general monetario. La moneda acuñada por los visigodos fueron los tremises de oro, que eran la tercera parte del solidus romano, que fue la unidad monetaria utilizada desde Leovigildo, sufriendo con el tiempo una pérdida progresiva en su peso. La acuñación de moneda era exclusiva del Estado (un derecho de regalía). La existencia de la moneda y su desarrollo propició la existencia de unos mercados especiales que montaron negocios de cambio y préstamo de dinero. Para evitar los abusos se reguló el interés legal de los préstamos, que se estableció en 12,5% al año, por el rey Eurico, no estando obligado al prestatario a pagar por encima del mismo.