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Los fundadores de las Naciones Unidas, decidieron establecer un sistema de seguridad colectivo basado en dos pilares: en primer lugar, la renuncia al uso de la fuerza armada, en segundo lugar, el establecimiento de un sistema de seguridad en que se adoptara colectivamente la decisión de actuar contra quien amenace la paz y se ejecutara también colectivamente la decisión de actuar.

Esos acuerdos especiales no se han celebrado nunca y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha podido dotarse de los medios de ejecución de sus decisiones.

Así, por una parte, hemos visto como en el marco del sistema previsto explícitamente en la Carta, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se ha limitado a autorizar a los Estados a que empleen la fuerza para garantizar el respeto de sus decisiones, legitimando esa actuación, pero renunciando a ser él mismo el que la lleve adelante.

Una vez aceptado de forma generalizada que son los Estados quienes deben recurrir a la fuerza para mantener la paz con el único limite de una autorización de la ONU, comenzará a reclamarse la posibilidad de una autorización ex post.

Aceptada la autorización ex post, se reclamará también la posibilidad de la autorización implícita para recurrir a la fuerza en caso de violaciones graves del derecho internacional.

Finalmente, todo este debilitamiento del sistema de seguridad colectivo, será llevado a sus últimas consecuencias con ocasión del conflicto de Irak en 2003 en el que la coalición anglo-norteamericana:

  • En primer lugar, argumentará que tenía ya una autorización implícita para usar la fuerza.
  • En segundo lugar, buscarán una autorización ex post a la intervención a través de un reconocimiento del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
  • finalmente, argumentarán que su acción pretendía, de una parte, luchar contra el terrorismo y, de otra parte, liberar al pueblo iraquí de la tiranía intentando demostrar que la lucha contra el terrorismo y las violaciones de derechos humanos por el régimen de Sadam Hussein podían justificar el recurso a la fuerza sin autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

Y en este marco, de tendencias contrapuestas, de esperanzas y amenazas, la Carta de las Naciones Unidas y su sistema de seguridad colectiva se encuentra entre la adaptación a la nueva realidad y su necesaria reforma formal.

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