El comienzo de la crisis del Estado social se sitúa en la segunda mitad del siglo XX, a partir de mayo del 68 se empieza a utilizar la expresión "déficit de legitimación del Estado social". Déficit que proviene de la imposibilidad de atender demandas sociales crecientes y de la crisis en la representatividad real.
El Estado social consiguió restablecer la paz social pero puso en peligro el equilibrio entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial que es característico y fundamental del Estado liberal.
A partir de finales de los años sesenta el Estado social quiebra. Las políticas keynesianas habían impulsado la economía, aumentando la demanda de bienes con el consiguiente aumento de la actividad empresarial. El crecimiento de esta actividad permitió incrementar la presión fiscal para satisfacer las demandas socio-económicas, Esta presión disminuía los beneficios empresariales y la competitividad, y al disminuir la actividad productiva también disminuyen los ingresos fiscales, y si las demandas sociales siguen creciendo la situación conduce a la crisis del sistema.
Hoy la supervivencia de este modelo de Estado requiere medidas que permitan el mantenimiento de los logros sociales y la reformulación del marco político, en el que los ciudadanos recobren su soberanía, en el que las medidas políticas y económicas sean lo suficientemente globales como para prever el sostenimiento de un crecimiento económico global que no produzca desajustes en los niveles de desarrollo alcanzado por los países aún por desarrollar.