Hay prescripciones muy distintas sobre cuál debe ser el tamaño del sector público. La figura 2.6 representa los beneficios que se obtienen de la acción del sector público (línea B) y los costes de esta actuación (línea C).
Los beneficios son decrecientes al aumentar el tamaño del sector público, para indicar que cuando el Estado apenas cumple funciones, la valoración de los individuos de una mayor intervención pública es bastante grande, mientras que cuando el sector público está muy desarrollado, esa valoración se va haciendo cada vez más pequeña.
Por el contrario, los costes son crecientes, pues cuanto mayor sea el sector público, mayor es el volumen de impuestos que los ciudadanos deben pagar, en esa medida, superior el coste en el que incurren.
El tamaño óptimo del sector público se encontraría en aquel nivel donde el coste sufrido es igual al beneficio que se obtiene, del mismo modo que el equilibrio del mercado, se alcanza donde la demanda iguala a la oferta.