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2.1. Demografía y clases sociales

Durante el siglo XIX la población española creció en proporciones relativamente semejantes a las del occidente europeo, con un mayor ritmo en la primera mitad de esa etapa y de forma más cansina en la segunda. Los once millones y medio de habitantes del año 1800 se convirtieron en dieciocho y medio en 1900.

2.2. Las clases privilegiadas

El derrumbamiento de los privilegios jurídicos de la aristocracia se inicia en las Cortes de Cádiz, donde quedan abolidas las pruebas de sangre para el acceso a terminadas profesiones y cargos. Se establece la igualdad civil y de fuero de todos los españoles.

Las ventas de mayorazgos y de propiedades eclesiásticas desamortizadas favorecieron la presencia de una alta nobleza latifundista. En la segunda mitad del XIX predomina la nobleza romántica, formada por políticos, militares y gentes de la banca. Surge la figura del aristócrata de la Restauración, dueño de tierras, próspero negociante o militar prestigioso, conservador en lo social pero alineado en la política con los liberales.

El clero disfrutó de cierta notoriedad en los primeros años del siglo. Desde los años treinta, tiene lugar un giro radical. En 1835 es suprimida la Compañía de Jesús, mientras un decreto de 4 de julio del mismo año dispone la clausura de todas las casas religiosas que no contasen con un mínimo de doce miembros, nacionalizando además todos sus bienes. Tiene lugar además una demagogia anticlerical y saqueos populares y alejamiento, en fin, del sector eclesiástico de ese pueblo con el que se identificó en siglos anteriores. Hacia 1851 hay una lenta pero ostensible recuperación del sentimiento católico. En los últimos años del siglo las Ordenes religiosas protagonizan un proceso de renovación cultural.

2.3. Burguesía y clases medias

La acumulación de propiedades facilitó en el centro de la Península la formación de una burguesía terrateniente, mientras en la periferia aparece y se consolida la burguesía industrial. Estos propietarios de fábricas, llamados burgueses por los obreros a partir de la Revolución de 1868, habían evolucionado como clase social. Los acontecimientos revolucionarios y la presión obrera les obligaron a retornar a su primitiva actitud conservadora.

Los dedicados a las profesiones liberales, pequeños comerciantes y artesanos, militares de regular graduación, funcionarios públicos y propietarios menores, forman la burguesía baja identificada con las clases medias.

2.4. El proletariado industrial

A) Situación social y primeras reivindicaciones

El desarrollo del maquinismo y la existencia de grandes fábricas, propiciaron la formación de un proletariado industrial con gentes procedentes del campo. La diferenciación fue cada vez mayor entre el fabricante y los obreros. Se consolidó la desigualdad de un sistema donde el peonaje, compuesto por hombres, mujeres y niños, vivieron en condiciones de degradación y miseria. El intento de lograr o mantener un régimen productivo de bajos costes, con la reducción de salarios, enfrentó los intereses del capital y el trabajo.

Las primeras reivindicaciones obreras fueron estrictamente laborales y sin contenido político. Patronos y obreros lucharon sin embargo juntos en numerosas ocasiones, defendiendo intereses comunes: el proteccionismo de la industria nacional frente a la importación de productos textiles extranjeros. Con el fermento revolucionario, las diferencias se tradujeron en una confrontación ideológica y política.

B) Movimientos obreros y sindicales: anarquismo y socialismo

Tras la revolución de 1868 los dirigentes obreros españoles entran en contacto con los movimientos del exterior, y en concreto con la primera AIT fundada por Marx en 1864. Las dos grandes orientaciones fruto de la escisión producida en esa Primera Internacional, es decir, el socialismo propio de Marx y el anarquismo de Bakunin, repercuten en la Península.

La sección española de la Primera Internacional tuvo en principio un sello preferentemente bakunista. Poco después, se intentarían imponer influencias socialistas, sin conseguir prosperar.

El anarquismo español tuvo como fundamentos doctrinales el repudio a la sociedad capitalista, su sistema económico y estructuras de poder; el ateísmo y consiguiente rechazo a ala Iglesia católica. Su dialéctica real no fue la violencia. Sus objetivos sindicales cuajaron en 1911 con el establecimiento de la CNT. Constituido el Partido Socialista, la implantación sindical tiene lugar al fundarse en Barcelona en 1888 la UGT.

2.5. Las clases rurales

Los acontecimientos políticos y las reformas económicas del XIX, tuvieron como denominador común el perjuicio para la gran masa de una población agraria. La fragmentación de la propiedad agraria en el norte, facilitaba cierta independencia a cambio de exiguos rendimientos, con la progresiva acumulación de ella en pocas manos en Andalucía y Extremadura, que condujo a la práctica inexistencia del pequeño propietario.

En tal situación estallaron en Andalucía diversas agitaciones campesinas, motivadas por decidir los jueces a favor de los dueños, los pleitos presentados por arrendatarios y braceros. El bakunismo encontró allí un campo abonado. En 1868, a los pocos días de la Gloriosa, tienen lugar violentas ocupaciones de tierras que consiguen ser dominadas. El asociacionismo agrario apareció en otras zonas del norte y Levante.

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