Hasta un momento avanzado de su propia evolución, las agrupaciones humanas dirigieron el comportamiento personal y social de sus miembros mediante un cuerpo indiferenciado de principios, reglas y directrices, cuyo origen se atribuía conjuntamente a los antepasados y a los dioses. En esa normatividad estaban incluidos en confusión aspectos tan distintos como el religioso, el moral, el jurídico, el de urbanidad e incluso el higiénico-sanitario.
Podemos quedarnos con la idea de que la actual yuxtaposición de distintos órdenes de normas dentro de la sociedad es resultado de una larga evolución que partió de una inicial unidad ética indiferenciada.
Para el orden social, la conexión e interdependencia del Derecho, la Moral y los Usos sociales, es vital, pues todos ellos se constituyen y autodelimitan a través de una relación de oposición-apoyo de los otros códigos. Han sido pues, bloques complementarios que se han ocupado de regular unas u otras relaciones sociales por efecto de una simple determinación histórica más que en virtud de una previa distribución de carácter sistemático.