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Los principios jurídicos por que se rige el funcionariado británico siguen siendo los tradicionales que, de tomarlos al pie de la letra, impedirían hablar de la existencia de un régimen jurídico de función pública, pues nada está más lejos de la estabilidad que sugiere el concepto de funcionario que la regla secular de que el Civil Servant depende enteramente de la Corona a la que debe el empleo, el cual puede serle revocado at pleasure del soberano, sin que pueda ser esgrimido ningún derecho contractual, ni ejercitada acción alguna ante los Tribunales.

Pero el autoritarismo que estas reglas traslucen no preocupan a los funcionarios ingleses, ni pueden llevar a descalificar el sistema funcionarial inglés, porque, de hecho, su seguridad en el empleo es tan respetada, o más, que la de los funcionarios continentales, no obstante su proclamación en textos legales. De otro lado, manteniendo sus principios de auténtico museo, los ingleses han ido por delante en cuanto a la selectividad, la organización de las carreras según la titulación del sistema educativo, la neutralidad política y la representatividad del funcionariado.

La selectividad aparece en 1845, al mismo tiempo que se crea la Civil Service Commission. Son fruto ambas del rapport de la Comisión Nothcote-Trevelyan, en el que se postula el sistema de apertura al público, el llamamiento a todos, como la técnica más idónea para seleccionar a los empleados de las Compañías de Indias Occidentales, sistema aplicado por la Administración central en fases sucesivas y plenamente vigente a partir de 1920.

El funcionario según su formación académica ingresaba en una clase funcionarial y aprendía después su oficio a través de varias experiencias en diversas Administraciones, para lo que se le estimulaba a rotar en servicios distintos.

Los funcionarios de la Administrative Class, carrera superior para la que se exigía una titulación universitaria, tenían como función aconsejar a los ministros, resolver sus incidencias y preparar reglamentos correspondientes. Todos los componentes de este cuerpo tenían funciones de mando y asignada una graduación. Los funcionarios de la Executive Class se ocupaban de los servicios de material y de contabilidad, del estudio de casos particulares y de la documentación y dirección de órganos de ejecución de poca importancia.

La fórmula inglesa del funcionario generalista o interdepartamental tendrá gran influencia en Francia y España en las reformas de los años sesenta, inspirando la creación del Cuerpo de Administradores franceses y en nuestro país del Cuerpo Técnico de Administración Civil y Auxiliar en 1964.

La Comisión Fulton, en 1968, propuso la ruptura del sistema de clases y la separación entre generalistas y especialistas, y una adscripción del funcionario a áreas o ministerios concretos, así como una mayor responsabilidad de éstos en la gestión de su personal.

En 1982 hasta 1988 han habido reformas de los gobiernos conservadores, especialmente la descentralización funcional con la creación de las Executive Agencies o Quangos.

Los funcionarios siguen calificados en cuatro niveles: Senior Civil Service o grupo directivo, grupo superior, grupo medio y agentes administrativos.

Una de las más arraigadas tradiciones es la absoluta lealtad del funcionario a cada gobierno, cualquiera que sea su color político.

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