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Los antiguos griegos no tenían un concepto de libertad que pudiera equipararse al nuestro, lo cual hace muy aventurado hablar de libertad de los antiguos. No obstante, mantenemos el término libertad en esta exposición respetando su origen, la obra de Benjamín Constant "De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos" (1819).

Constant defendió siempre los ideales revolucionarios, frente a la oposición conservadora y a la revolucionaria radical, lo que llevó a sistematizar la doctrina liberal en un tratado denominado "Escritos políticos", en el que Constant hace una defensa a ultranza de la libertad de los modernos frente a la libertad de los antiguos.

La compresión de estos dos tipos de libertad se efectúa desde una perspectiva descriptiva; pero su análisis requiere un tratamiento teórico interrelacionado con él, que nos permita entender estos dos conceptos como esenciales a la justicia política y no sólo como concreciones temporales de la materialización de la libertad en dos momentos históricos concretos.

Pues bien, bajo los dos conceptos elaborados por Constant, subyacen dos formas de pensamiento procedentes de sendas tradiciones filosóficas que permiten considerar a estos dos conceptos como dos modelos de la justicia; dos modelos que, lejos de haber permanecido como situaciones históricas superadas por el tiempo, han servido como plantilla para formas de comprender la justicia que han llegada a nuestros días incorporadas a diferentes modelos de la justicia política, en concreto las que denominamos liberal y comunitarista. El modelo de justicia liberal, que incorpora la tradición individualista de la Ilustración, se corresponde con el concepto de libertad de los modernos, mientras que el modelo de justicia comunitarista tiende a incorporar la tradición que se corresponde con el concepto de libertad de los antiguos.

La base del modelo comunitarista reside en la concepción aristotélica del cuerpo social como algo dado de modo natural, en el cual no es concebible una existencia personal que no se vea continuamente referida a lo otro, a lo político; este modelo no admite escisiones entre, por ejemplo, lo público y lo privado. Podríamos decir que en Aristóteles, la matriz del individuo es la sociedad.

Por el contrario, el modelo liberal-individualista se basa en una escisión, en una reducción producida al quebrar la forma social de la Edad Media. La disgregación de un modelo feudal, integrado y unitario pero estático, llevó a intentar reconstruir el sentido del todo social reduciéndolo a sus componentes elementales, los individuos. Inevitablemente, la matriz de este modelo es individualista.

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