Las dificultades para llegar a la formulación de un concepto único y uniforme de Derecho son múltiples. Entre las más relevantes:
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Unas dificultades proceden del lenguaje que utilizamos para comunicarnos las realidades jurídicas como lo muestran la polisemia del propio término Derecho o la vaguedad y ambigüedad de muchas expresiones jurídicas.
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Muchas emanan del contenido mismo del Derecho, es decir, de su propio objeto que se nos manifiesta habitualmente como una realidad pluridimensional.
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Y otras, en fin, provienen de las diferentes concepciones que los individuos tienen sobre el fenómeno jurídico, es decir de los diferentes puntos de vista y posiciones ideológicas diversas de que parten los filósofos para interpretar y describir la realidad jurídica.